lunes, 22 de junio de 2015

El hombre invisible

Conozco a un hombre invisible y vive en la 16 de Septiembre. Sé que antes no pasaba del todo inadvertido, trabajaba como "viene viene" en un banco situado detrás del parque Juárez. Mi madre antes trabajaba por ahí y de regreso siempre le daba dinero; "Mario Bros", ese nombre le puso cual si fuera una mascota, aunque ahora que lo pienso mejor, si poseía cierta semejanza con el plomero italiano de los videojuegos, pero a diferencia de él, este hombre no salvaba princesas, apenas  podía luchar para salvar su propia vida.

Pasaron dos años y por azares del destino tuve que cambiarme de escuela, así que dejé de pasar por esa calle. No volví a ver a ese señor por un tiempo, pero el destino (si es verdad que existe) actúa de manera extraña e inesperada, es un jodido inestable.

Era el último mes de clases de mi tercer año de preparatoria cuando volví a toparme con él. Estaba saliendo de la escuela y caminaba para mi casa, de repente, un hedor a sudor, orina y alcohol se coló por el aire, a algunos metros de distancia yacía sentado en el piso una plasta mugrienta y debajo de ella... el hombre.

La gente pasaba sin mirarlo, otros sólo podían poner cara de asco, él ni siquiera  pedía limosna, no hacía nada para molestar a nadie y sin embargo algunos se sentían incómodos con su presencia, parecía que se les hubiera olvidado que él también era una persona.

Le vi la cara, se veía triste.
Me pregunté si acaso tendría familia, podría ser el abuelo de alguien, cómo fue que llegó aquí, cuáles son o fueron sus sueños, la historia de su primer amor, ¿habrá sido un hombre que golpeaba a su mujer?, ¿ es la vida que le tocó o la vida que eligió?, perdón, estaba claro que él no vivía, el sobrevivía.

Me acerqué  para darle algo de dinero, estiró su mano huesuda y temblorosa al mismo tiempo que decía: "que Dios la bendiga". Inmediatamente le pregunté su nombre, respondió: "Floripondio, para servirle a usted y a Dios", "a mi y a Dios", pensé, la esperanza y la fe es lo único que queda cuando pierdes todo.

Floripondio... el hombre invisible de la 16 de Septiembre.


lunes, 15 de junio de 2015

Lo que la marea se llevó

En el fondo del océano guardo todos mis sueños rotos.

Me salpican las heridas, por poco y me ahogan, por suerte o por desgracia, pero sigo viva.

Le doy de comer al mar un pedazo de mi, soy carnada para peces.

En lo más recóndito de las profundidades de este sarcófago salado... escucho cantar a las sirenas, ánimas forradas de escamas y yo, a punto de caerme, tratando de recuperar lo que el karma me arrebató  o el destino pretendía quitarme, me sumerjo...

Me he dejado caer, es entonces cuando la pecera de mi cabeza se quiebra y deja escapar el agua dulce del pantano de mi memoria, junto con uno que otro recuerdo.

Me mezclo con la sal, soy homogénea. La naturaleza de mi cabeza es la misma que la del mar salvaje.

Ya no soy más carnada de pescado, soy parte del océano.